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viernes, 14 de junio de 2013

Entrevista - José Ángel González, periodista


El autor de mucho más que
"Syd Barrett Busca La Armonía Celeste En Oseira"
  y "Monástico Syd" (Spanishgrass)
Una vez encontrado a José Ángel González, no nos quedaba más remedio que preguntarle por su artículo de La Naval... sin embargo, había muchas otras cosas de las que hablar que eclipsan a lo que es ni la punta del iceberg de un artista.
Entre otras perlas:


Os mostramos unos enlaces de interés acerca de él


Pero vamos a lo que vamos: Estas fueron las preguntas, estas fueron las respuestas...


La movida viguesa… ¿Hay algún momento en el que te diste cuenta de que aquellos tiempos iban a quedar para siempre?

¿Han "quedado para siempre"? La pervivencia debe ser personal, nunca atrincherada en lo histórico-museístico, y creo que a todas las movidas las han utilizado los profesionales de la utilización —políticos, artistas en búsqueda del Grial de la jubilación anticipada, artistas de medio pelo, comisarios profesionales buscando mecenas...— para adjudicar un placet de nostalgía admitida, es decir, cómoda y consoladora: estoy pensando en la vergonzosa y manipuladora exposición Desembarco de los 80, montada sobre mentiras para mayor gloria (también económica) de algún superviviente... No me gusta lo perdurable como idea, aunque, claro, soy humano y tengo derecho a mi santoral privado...



¿Dónde vivías y a que te dedicabas en aquel momento?

Cuando eclosionó mediaticamente la movida de Vigo, yo vivía en Coruña —ni A Coruña ni La Coruña, simplemente el nombre femenino de esa ciudad-señorita a la que amo— y trabajaba haciendo el único programa de radio de las FM de Galicia donde sonaban los Sex Pistols, Elvis Costello, Television, Patti Smith, los Ramones... Primeró se llamó Frenesí, luego El lado salvaje —ambos emitidos por Radio Popular de Ferrol, aunque producidos en Coruña— y más tarde Vuelo nocturno, en la FM de Radio Coruña-Cadena SER. Había regresado en 1980 de Madrid, donde había tenido la suerte de ser testigo de los primeros conciertos de los grupos simpáticos de la movida, y encontré que Coruña era un erial donde la gente de mi generación todavía seguía colgada, en el mejor de los casos, de Emerson, Lake & Palmer y, en el peor, de Mercedes Sosa. La Naval no fue el único proyecto en el que me envolví: también organicé conciertos de rock semanales en una discoteca y coproduje dos concursos de rock para el ayuntamiento de la ciudad. La tristeza inicial que encontré mejoró, pero no demasiado.


De los artistas de aquella fructífera época, ¿con cuál te quedas?

No hay duda para mí: Siniestro Total. Eran provocadores, mucho más cultos de lo que dejan entrever sus groserías y les gustaba el blues negro estadounidense, lo cual era francamente extraño en Galicia, donde todo aquello nacido en los EE UU era considerado "imperialista" por influencia de la ceguera nacionalista.


¿Cómo se creó La Naval? ¿Con qué otras revistas competía? ¿Qué la hacía diferente?

La creamos un grupo de periodistas más o menos aburridos. Trabajábamos en diarios y radios de A Coruña y en aquella aldea no era difícil tener buenas agendas y cierto nivel de influencia mediática. La revista se inició con 100.000 pesetas que puse yo —tenía una cuenta a plazo fijo con el resultado de la venta de un piso de mis padres—. Creo que es obvio lo que sigue: nunca recuperé el dinero.


¿Cómo era el ambiente de los colaboradores de La Naval?

Aunque permanecí durante todos los números en el consejo de redacción, aquello no era lo mío. La línea editorial de la revista estaba basada en el atlantismo como supuesta alternativa a la cultura mediterránea. Pronto derivó en un intento de empacar una idea de Galicia como marca y venderla a los peninsulares. Es decir, nacionalismo, low-fi y travieso, pero nacionalismo al fin y al cabo.





¿Cómo acabó La Naval?

En mi caso, con un agujero en el banco. Otros le sacaron más rentabilidad. Por ejemplo, Radio Océano, el grupo creado por dos de los miembros fundadores, grabó un disco que pagó Radio Nacional, donde trabajaba, por cierto, el cantante-líder.


¿Qué es lo que más echas de menos de aquello?

Una sensación de clan que no estaba mal, pero a eso se limitaba, a la tribu y a la masturbación mútua entre periodistas. Una mafia, como cualquier otra.


Y en el número “500”, llegó el artículo acerca de Syd Barrett en el monasterio de Oseira. ¿Te basaste en alguna leyenda urbana?... más bien rural… ¿Cómo se gestó el artículo?

Nació en mí y en la fascinación que siento por Syd Barrett y su obra. No hay ninguna leyenda como punto de partida. Es una ficción personal.



Hace unos años que el artículo, sin referencia directa del texto se mueve por internet ¿Causó alguna reacción en su momento?

Ninguna en absoluto. La Naval tenía una pegada bastante limitada. Me entero a través de ti, y me enorgullece el interés, de la repercusión de aquella pieza y me hace mucha gracia encontrarla asociada a supuestas leyendas urbanas o firmada por otros. Bastantes años más tarde de la publicación inicial de la pieza escribí una versión ampliada y corregida para una serie sobre discos hipotéticos. La publiqué en un blog que con el tiempo terminé cerrano y añadí las letras de algunas de las canciones de Spanishgrass.


¿Por qué elegiste a Syd Barrett como protagonista de aquella aventura en el monasterio? ¿Por qué Oseira?

Porque Syd Barrett es uno de mis músicos de cabecera y porque Oseira, un lugar de gran fuerza telúrica, me pareció adecuado como escenario para la ficción. Los veranos en el monasterio del escritor inglés Graham Greene, el poder de la naturaleza, el retiro, la nobleza primaria de los monjes cistercienses... Todo eso, según recuerda mi frágil memoria, tuvo que ver con la idea inicial.


¿Qué escuchas últimamente de música?

Lo que nunca he dejado de escuchar: blues viejo (Charlie Patton, Howlin' Wolf, Bessie Smith...), Bob Dylan, King Crimson, David Bowie, los Beatles... No soy un modelo de novedades. Lo más nuevo que me ha emocionado es Wilco.

¿Cómo llegaste a la fotografía?

Sé revelar en cuarto oscuro desde mi adolescencia y desde entonces hago fotos, pero nunca tuve una intención distinta a la familar. Hace unos años, durante la convalecencia de una enfermedad y con mi primera cámara réflex digital, empecé a usar la fotografía como forma de terapia, para intentar buscar la humanidad que sentía que huía de mí. De modo natural, regresé a la fotografía analógica. Y aquí estoy: he expuesto algunas veces y me gustaría tener más tiempo para llevar adelante proyectos fotográficos. No es fácil...


¿Qué te llevó a EEUU, y a San Francisco en particular?

To make a long story short, ganas de dejar atrás España y su tristeza.

En la serie strike tus fotografías parecen no captar el momento sino el espíritu de aquellos que aparecen en ella. ¿Será el toque mágico de lo analógico?

Otras, sin embargo llevan a lo onírico, como la serie Her name is Holga. ¿Fueron tomadas en EEUU? ¿Qué te inspiraba?

Casi nunca puedo explicar una foto, sobre todo las que hago en la calle de manera instintiva. Alguien dijo que el fotógrafo es, debe ser, un emisario de su propia tristeza. Me aplico el cuento.


Tu blog es magnífico, tanto en su trabajo fotográfico como en los textos que escribes para ellos. ¿Crees que tienen algo en común?  ¿A qué se debe esa preferencia por el blanco y negro? ¿Qué te hace elegirlo en lugar del color?

Veo en blanco y negro. Siempre ha sido así. No pretendo que sea mejor o más arty: es un condicionante espiritual.


 ¿Y ese romance con Holga? ¿Qué tiene ella que otras no tienen?

 La cámara Holga es un instrumento simple, un juguete plástico, barato y sin sofisticaciones de ningún tipo. Me encanta tontear con sus caprichos y creo que ella me corresponde regalándome milagros. Tengo más de 50 cámaras: si me obligasen a quedarme con una sola, sería la Holga.

¿Qué es "Oraciones Sucias"?

Un tumblr, un cuaderno de recortes, un microblog... Tengo otro, Hot Parade, sólo dedicado a fotos, y dos webs, joseangelgonzalez.com, mi sitio oficial, que he reconstruido hace poco tras una pérdida accidental de archivos, y joseangelgonzalez.net, donde alojo aquellas de mis fotos que me avergüenzan menos.

¿Alguna ambición artística por cumplir o desarrollar?

Vivir e intentar ser feliz, que no es poco.






Esto no acaba aquí

1. José Ángel acerca del redescubrimiento de su artículo de La Naval.

Y próximamente:
2.¿Qué pasó con aquel otro rumor anexo a este, de un disco perdido de Syd Barrett llamado Spanishgrass, editado en 1978 por  Nonsense Music?



domingo, 16 de diciembre de 2012

Entrevista con Vic Singh, fotógrafo de la portada de The Piper at the Gates of Dawn




Publicado originalmente en http://www.sydbarrettpinkfloyd.com/.
Entrevista a Vic Singh, por Kiloh Smith.


¿Cómo te metiste en el mundo de la fotografía?

Mi abuelo, Franz Lowy, era de la sociedad de fotógrafos de Viena, y había estudiado allí y en el sur de Francia. Mi madre, Elizabeth Lowy, era su ayudante. Mi padre se hizo fotógrafo de prensa amateur, con mucho talento. Siempre tomaba fotos de la gente. Se construyó una habitación de revelado en casa; No había electricidad, así que instaló un generador. Revelaba carretes de blanco y negro e imprimía el mismo. Le recuerdo enseñándome el proceso de revelado cuando yo era aún muy pequeño. También a tomar fotos con su Rolleiflex.

(Mi padre era hijo de un Rajá de la India, visitó Europa y a menudo visitaba a mi madre en un festival vinícola en Austria. Cuando la Segunda Guerra Mundial comenzó, pidió a mi madre que fuera a la India, y se casaron allí. Ya que él y su familia eran terratenientes no trabajaban, pero se relacionaban con la sociedad india, y tenían inquietudes políticas. Fue encarcelado por los ingleses con Pundit Nehru por asuntos de la independencia india. Pundit Nehru se convirtió con el tiempo en presidente de La India)


Me mandaron a un internado en Inglaterra y mi madre se mudó a Londres. Participó como socia de un estudio de fotografía. Estudié en la escuela de arte de St. Martins College of Art de Londres cuando era adolescente y trabajé de ayudante en un estudio de fotografía hasta llegar a ser fotógrafo por mí mismo, y abrí un estudio en el londinense West End.

¿Cómo fue el Londres del verano del 67?
Surrealista, como poco. Fueron tiempos increíbles, como miembro de la gente de Londres jamás había tiempo para aburrirse. Todos nos dedicábamos a algo y la creatividad rompía cualquier barrera.
El arte, la fotografía, la moda y la música se unía y creaba una fusión de éxito y prosperidad.
A mitad de los 60 había pocos fotógrafos y mucho trabajo, así que podíamos permitirnos un buen nivel de vida. La fotografía y la música se volvieron muy populares con el tiempo. Hoy tanta gente trabaja en estos sectores que es mucho más difícil conseguirse ese nivel de vida del que hablo



¿Llegaste a ir al UFO? ¿Qué nos puedes contar?

En el 65 y 66 solía ir a Glastonbury, que ya era famoso antes del festival que se organizó allí. Glastonbury es un lugar mágico de verdad y misterioso. Tuve el privilegio de ver un ovni y extraterrestres, ¡Una experiencia que aún resuena en mí hasta el día de hoy! Esto influyó parte de mi trabajo, como se puede ver en mi sitio web.


[Nota del traductor: Ovni es UFO, en inglés. Parece que la respuesta de Vic va más allá de si estuvo o no en el UFO, el famoso local del movimiento Underground. ¡Revelador!]

Explícanos en detalle cómo conseguiste el trabajo con EMI.

Estaba teniendo éxito como fotógrafo de moda. A veces fotografiaba o filmaba para compañías de discos, y se me conocía en el gremio a nivel social. Conocía los Floyd en un evento en Londres. Eran algo tan novedoso como desconocido. Me pidieron que hiciera la portada de The Piper, que acababan de grabar. Accedí y les pedí que mantuvieran el contacto conmigo. EMI no les había fichado aún, tenían un manager, así que todo fue de palabra.


Cuéntanos cómo se realizó la sesión de fotos con Pink Floyd. ¿Quién entró en contacto contigo? ¿Qué te dijeron?

Su manager me telefoneó y me contrataron para un día de sesión. Pregunté si la banda tenía alguna idea previa, o si me dejaban a mí la decisión. Escuchar The Piper por primera vez me sorprendió por lo revolucionario de su sonido. Supe inmediatamente que necesitaba algo especial. Tras sopesar algunas ideas y darme cuenta de que no iba a poder ser una foto simple ¡Tuve un fogonazo de inspiración! George Harrison me había regalado una lente prismática, y decidí usarla para The Piper como concepto que empezaba a germinar. Me puse a probar, ajustando la lente prismática en la cámara Hasselblad que tenía, rotando el prisma, consiguiendo así efectos caleidoscópicos. Lo hermoso del proceso fue que podía tomar fotos directamente en carretes de color sin más manipulaciones posteriores. La lente prismática daba un efecto que suavizaba la imagen en los bordes de las figuras, así que pedí a la banda que trajeran atrevidas prendas psicodélicas, ya que darían un efecto de contraste a las imágenes.

¿Conocías al grupo y al movimiento Undreground antes de la sesión?

No. Me juntaba con gente de todo tipo en aquel momento, desde los ricos y famosos hasta los más desconocidos. Demasiada gente para nombrarla.


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1DblxDrEG2D9AEw_rm8D4J4zbS60z83xRKp7h078W8W7-FeJQIH-08kbyX3zZ4DbII9nBOrJ1klVxNylkh2ndGaXf5xzkOX06YWNVWGre-lOq_YLEAxvpMDh0y5nTGXNWnr-aGGewXfJX/s1600/pink-floyd-photo-pink-floyd-6234404.jpg
La yenka psicodélica de los Floyd
¿Cómo fue el ambiente de la sesión?
¿Cómo se comportaba la banda? ¿Y Syd Barrett?

El grupo llegó la mañana de aquel día con una selección de prendas psicodélicas de los años 60. Nos sentamos en el estudio y tomamos algo mientras sonaba la música. Syd me preguntó si estaba satisfecho con las prendas, y lo estaba. Iba de un lado a otro preguntando y lleno de intriga por saber qué imagen daría la sesión. El ambiente era muy distendido. Empezamos seleccionando las prendas para cada músico, que llevó su tiempo. En el descanso para el almuerzo y unas bebidas, la atmósfera era tranquila y alegre. Como siempre en mi estudio, todos estaban relajados y expectantes

Cuéntanos el proceso de la sesión. El Equipo, el número de carretes que usaste, etc.


La beatleiana lente prismática
Llevó poco tiempo colocarlos, quién iba al lado de quién, y cómo se vería la ropa al lado de la del otro. Se puede decir que Syd tomó el mando del proceso y contribuyó mucho. Llegado a este punto estaba bien inmerso en el proceso. La lente y el concepto visual le fascinaron.

Una vez colocados, se añadió un fondo blanco. Usando luces estroboscópicas empecé a tomar fotos con un carrete Polaroid para ver qué tal funcionaba el efecto caleidoscópico al rotar la lente prismática. Syd y el grupo echaron un vistazo a la cámara. Estaban entusiasmados. Cambié a la Hassleblad, con carrete de color Kodak Ektachrome Daylight 120, y gasté seis carretes, obteniendo una Buena selección de imágenes.


¿El grupo comentó algo acerca de sus planes para el futuro en tu presencia?

No. Querían terminar The Piper y ver qué resultado obtendrían.

¿Notaste algo en Syd Barrett que señalara cómo acabaría mentalmente?

No, Syd se comportó como una persona agradable, feliz, extrovertida, cordial y creativa. No sólo era un músico, también un artista con talento

¿Qué es lo que más recuerdas de la sesión?

Fue un hermoso y feliz día de creatividad. La música de The Piper a todo volumen se podía escuchar en toda Bond Street. Cuando acabamos, todos nos fuimos a casa satisfechos.
Las puertas del alba.
¿Por qué crees que The Piper at the Gates of Dawn sigue siendo tan famoso después de cuarenta y cinco años?

Los seguidores de Pink Floyd lo consideran la esencia original del grupo. Tras The Piper y al irse Syd, tomaron una dirección diferente. The Piper permanece mundialmente como imagen de la banda.