Así está la costa del Océano Pacífico de Panamá, amigos.
En sus aguas se mueve un nuevo nombre, Pink Floyd, aunque en su carnet de identidad marino pondría Synalpheus Pinkfloydi. El bautizo ha ocurrido esta semana, y se debe a dos razones; por un lado, su pinza delantera de color rosa. La otra razón es su descubridor, el inglés Sammy De Grave, director del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford.
Este bichillo tiene cierta relación con el sonido; no le hacen falta altavoces como a los grupos de rock. Produce un ruido con esta arma marina que forma una pompa que al estallar produce un sonido ensordecedor que deja en jaque a su presa o puede acabar con sus submarinas vidas. De Grave, fan del grupo que formara Syd Barrett en los sesenta, es fan de Pink Floyd desde que se publicó The Wall (1979), y a Syd le debe el nombre en realidad de su descibrimiento, ya que este viene de que este combinara los nombres de dos bluesmen, Pink Anderson y Floyd Council.
Ahí no queda la cosa. El señor De Grave bautizó a otro camarón como Elephantis
Jaggerai, contentando así a los fans de los Rolling Stones. De este modo,
poco a poco podemos ir formando un zoo curioso si los unimos a la araña Heteropoda Davidbowie, y a la también floydiana líbelula Umma Gumma.
Linneo estará contento.
